PSICÓLOGOS POR LA VERDAD ANTE LOS NUEVOS CONFINAMIENTOS.
- psicologosxlaverda
- 22 sept 2020
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COMUNICADO ANTE LAS NUEVAS MEDIDAS.

Ante las recientes medidas de la Comunidad de Madrid para volver a confinar a la población, se hace necesario realizar un análisis del impacto que tienen sumadas a otras anteriores. Éstas suponen la confirmación de la clara intención de seguir por la senda errónea por parte de las Administraciones Publicas en España, fundamentadas en argumentos no científicos y completamente absurdos y arbitrarios.
En Marzo de este año se declaró el Estado de alarma mediante un Real Decreto centrado en recomendaciones de la OMS, sin tener en cuenta los criterios médicos de carácter científico. De hecho se ha demostrado que el gobierno español no ha tenido Consejo de expertos, es decir, que las decisiones se han tomado de manera arbitraria. Del mismo modo que se exageraban los afectados por el covid entonces, así como el número de fallecidos, en la actualidad se están realizando multitud de pruebas PCR en la comunidad de Madrid con la finalidad de dar justificación al hecho de que es urgente volver a confinar distintas zonas del país bajo la excusa de una segunda ola que es absolutamente falsa. Las recientes decisiones de la Comunidad autónoma de Madrid, confinando a 830.000 habitantes, nos hace reaccionar para dejar clara nuestra protesta, al tiempo que hacemos público este comunicado.
Haciendo historia y un análisis esclarecedor, todo apunta a que el impacto psicoemocional que ha tenido la pandemia ha sido mucho peor de lo que los peores agoreros de los medios de comunicación anunciaban. El daño sanitario, asociado a medidas de protección tanto a nivel individual como interpersonal ha deparado desagradables consecuencias que, por supuesto, nunca nos contaron. Es más, desde el principio de esta crisis, ni la OMS, ni las autoridades sanitarias ni políticas (gobiernos incluidos) quisieron anunciar la debacle que iba a suceder en ese sentido.
Es por ello que psicólogos por la verdad declara que para entender los mecanismos que están detrás de estas estrategias oficiales:
- Se ha empleado el miedo. Siguiendo las técnicas asociadas a la sobreinformación, la sensación de falta de liderazgo o de dirección, así como la amenaza, constituyen el cóctel molotov para crear un clima social de pánico pocas veces visto en la historia reciente de la humanidad. En una sociedad cuyos miembros carecen de niveles idóneos de autoestima, fue fácil ir inoculando ese temor. En una sociedad acomodada, sin aparentes ni grandes sobresaltos, la introducción de la pandemia y el confinamiento de la noche a la mañana fue una estrategia muy bien pensada y efectiva ya que todo estímulo de extraordinaria intensidad y duración como el que nos ocupa provoca una ruptura con la zona de confort en forma de falta de sensación de seguridad y de imposibilidad de predicción.
- Las creencias que nos sostienen no ya como individuos sino además como seres sociales se derrumban y la pandemia ha tenido ese pretendido efecto. Si a ello le sumamos la manipulación con datos falsos o tergiversados que hacen que la información parezca creíble, se logra un doble efecto: por un lado, los sujetos buscan una nueva zona de confort en base a nuevos constructos sociales (ello explica por qué tantas personas siguen creyendo aún en la existencia de una pandemia y el uso de mascarillas como requisito indispensable) y, por otro, crea una barrera mental en la que todo esquema de esta naturaleza, que no se corresponda con lo preestablecido, genera un cuadro de miedo irracional. El resultado es una conducta a la defensiva, alimentada por los medios, cuyas creencias fundamentales se asientan en el miedo a la muerte.
- Y en el nombre de la supervivencia se hace cualquier cosa, de ahí el rol del confinamiento, que se interpretó como el rincón en el que el individuo se sentía a salvo, a pesar de sus negativos efectos (y no nos referiremos a los económicos, muy evidentes). Esta medida, empleada en el ámbito militar y carcelario, nunca se puso en práctica de manera tan masiva como este año, 2020. Cuando un ser humano se aísla de otro se ataca a la naturaleza social misma, a la necesidad de que tanto nuestro desarrollo cognitivo y emocional están asociados a la interrelación, el intercambio de información y, por supuesto, el afecto.
- El manejo emocional propio exige del conocimiento de los sentimientos ajenos. En la medida en que la comunicación entre los seres humanos queda rota por diversos motivos y, de darse, ha de producirse con reglas tan estrictas que la hacen muy insatisfactoria, se produce un desequilibrio psicológico en el mismo individuo pues, en la mayoría de los casos, su autoconcepto no es autónomo del social por el bajo nivel de autoestima en la población, en líneas generales. El ser humano pierde su punto de equilibrio y se vuelve claramente dependiente gracias al miedo resultante.
- La zona de confort pasa a ser una nueva prisión para la mente humana de la que escapar no se desea. Así pues, el confinamiento fue clave para erradicarla. Además los síntomas emocionales consiguientes pueden ser considerados como un mal menor o daño colateral necesario. La ansiedad, en forma inicial de insomnio desgastante y lento, las alteraciones emocionales crecientes y la carencia de objetivos personales (asociados al trabajo, porque, entre otras cosas, la pandemia tiene como fin echar abajo la economía), hizo el resto. Lo grave de este truculento y macabro plan es que el daño que se auto infringe el sujeto está relacionado directamente con el deseo de vivir en esa especie de confinamiento que les ciega y cierra para el cumplimiento de las normas.
- No hay, por ende, comunicación con las propias emociones y mucho menos con las de los demás, las cuales se ven como altamente peligrosas pues la clave reside en sentirnos seguros a cualquier precio. En dichas interacciones las reglas están tan marcadas que se convierten en obsesivas. La distancia de seguridad vendría a ser un nuevo confinamiento, pero esta vez voluntario, pues un ser humano se aleja de otro por su propio deseo; romperla supone toda una amenaza porque quien ve que la otra persona lo rompe cree que va a ser contagiado o que va a morir si se aproxima demasiado. Lo más grave de ello es que si este plan macabro dura meses y es alimentado por el gobierno, puede provocar un efecto de habituación en el sujeto, de modo que ver el peligro que conlleva a nivel interno puede considerarse un asunto baladí y sin repercusión alguna.
- Para lograr este objetivo se exige primero de sobreinformación y luego desorientación, siguiendo la técnica de aprendizaje sin líder: el primer aspecto es obvio pues si no somos capaces de procesar todo los datos que nos inoculan, muchos de ellos se colapsan ante necesidad urgente y sin tiempo para la observación objetiva; es por eso que las creencias, fruto de este proceso, resultan estar sesgadas; el segundo es necesario porque la figura del líder o la referencia sobre la que se construye la realidad de manera continua, tanto de uno mismo como del entorno, requiere de un anclaje firme y el hecho de que éste sea breve y se altere por otro de manera constante, provoca que el sujeto requiera de su existencia.
- Los efectos emocionales del confinamiento vendrían a agravar los preexistentes, destacando entre ellos el síndrome de la cabaña, consistente en el temor de contactar con otras personas y el ambiente exterior una vez que la urgencia de permanecer confinado ha desaparecido supuestamente. Dado que el pánico interiorizado ha bloqueado todo los mecanismos de seguridad, readaptarse a otra realidad supone una reacción de desconfianza. El yo interior ha quedado roto y sólo el tiempo puede ir recomponiéndolo. Del mismo modo que la zona de confort genera hábitos, el romperlos supone un trauma para no pocas personas. Es por ello que el miedo provoca conductas de sometimiento exceso a las normas del absurdo.
- La mayor parte de la comunicación humana es no verbal, es decir, basada en gestos, movimientos bucales y expresividad en la mirada, siendo estos datos los que llegan a nuestro inconsciente y hacen que el mensaje sea comprensible en un 100%; la entonación y el aspecto verbal en sí suponen una pequeña parte del conjunto. El uso de la mascarilla elimina ese importantísimo aspecto de manera tan tajante que las relaciones humanas se vuelven frías y robóticas si se guarda la distancia de seguridad reglamentaria. El contacto con nuestras emociones es básico para el autoconocimiento y el de los demás (saber cómo nos sentimos en todo momento, por qué y cómo resolverlo es esencial para tener un equilibrio psicológico interno que redunde en el externo o marco de interrelación con otras personas).
- El efecto lógico es la despersonalización y la conversión del sujeto en altamente manipulable ya que uno de los objetivos es que los ciudadanos no se expresen por sí mismos, pero sí a través de las normas socialmente admitidas.
- La mascarilla constituye entonces una forma de control sobre la sociedad y los miembros que la conforman, como una orden de sometimiento obligatoria, ajustada a la moral de todo el conjunto. Este fenómeno no es ajeno a otro: el concepto de uno mismo está relacionado con el sujeto como miembro de su colectivo, el problema surge cuando éste asume todo el protagonismo y el sujeto, totalmente despersonalizado, es incapaz de pensar por sí mismo y no acepta crítica alguna, como ejemplo del grupo en el autoconcepto resultante. Nos encontramos con el espécimen perfecto para los fines de manipulación por parte de los medios de comunicación y gobiernos.
- Se dan auténticas pandemias de paranoias colectivas. Uno de los temores más delirantes y comunes en las sociedades sometidas es el miedo a la muerte por un virus altamente infeccioso. El sujeto desarrolla un síndrome similar al delirio persecutorio, pero esta vez es el peligro de la no existencia lo que le atormenta. Dado lo exagerado y desmedido que es, se puede decir que roza el aspecto psicopatológico en personas que parecen sanas. Todo ello se conecta con rituales exagerados al lavado de manos y normas de comportamiento que provocan un Trastorno Obsesivo Compulsivo en gran parte de la población.
- En no pocos casos, tras este terror se esconde un cuadro depresivo ante la grave insatisfacción que presenta el sujeto por no poder sentirse bien; la carencia de medios para equilibrar las emociones, anterior a la pandemia en la mayoría de los casos, hace que los sujetos sean altamente dependientes de aspectos externos tales como el trabajo los ingresos o la estabilidad de ciertas relaciones sociales. La depresión se convierte en un pilar en consciente e inconsciente del sujeto, primero porque se aferra a la misma como única forma posible de pensar y sentir, y, segundo, porque en no pocos casos puede conducir a conductas suicidas, bien sean en forma de pensamiento o tentativa real.
El sistema nervioso se agota, del impacto de la adrenalina pasamos al del cortisol, que comienza a debilitar el sistema inmunitario, reduce los niveles de serotonina cerebral y produce cuadros que pueden llegar a ser agudos
- La situación económica es el factor detonante y causante de que tanto la ansiedad como la depresión estén siempre alimentadas. La crisis ocasionada por el impacto de la pandemia produce un problema añadido, pues el día a día se ve entorpecido y la sensación de impotencia, asociada a la patología por aislamiento social hace que estos cuadros se agraven.
- La antropofobia, como consecuencia añadida de los medios de comunicación, provoca conductas y actitudes claramente antisociales porque el sujeto sólo se siente seguro cuando un ser humano no conocido no se le aproxima ni establece contacto con él. Con la excusa del posible contagio por covid, el mero hecho de contextualizar con otro ser humano no es algo incómodo, sino que puede resultar peligroso incluso recibir visitas o encontrarse con seres queridos.
El efecto de la pandemia es la ruptura, no sólo entre los individuos, sino a niveles más preocupantes. El sistema social, que necesita del juego interactivo entre las personas que generan las reglas y las adaptan a sus necesidades, se vuelve hierático y deja de ser útil para el mismo individuo que se somete sin apenas resistencia. Todo ello incrementa los problemas psicoemocionales antes anotados y hace que esta estrategia sea el cóctel molotov perfecto para la autodestrucción de individuo y de su modelo social, con todas las consecuencias que acarrea.
Por lo tanto, denunciamos enérgicamente las medidas tomadas en este sentido porque:
a) Suponen una violación de los derechos fundamentales, establecidos tanto en la Constitución de 1978 como en el Estatuto autonómico correspondiente.
b) Constituyen la continuación de la acción manipuladora que se inició con el Decreto del Estado de Emergencia del mes de marzo.
c) Profundiza aún más la crisis social y humanitaria de la población, injustificadamente controlada hasta su colapso.
d) Permite que las Fuerzas de Seguridad del estado desarrollen su labor de manera claramente inconstitucional y limitando los derechos de sus ciudadanos de forma injustificada.
e) Y, finalmente, no cumplen ni un solo requisito ético ni acogido a la evidencia científica, ni sobre el covid ni el conocimiento que los expertos más objetivos y veraces han vertido sobre lo que, según versiones de la OMS, consideran una gravísima pandemia.
22 de septiembre de 2020.
Firmado,
Psicólogos por la verdad.
psicologosxlaverdad@gmail.com
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